jueves, 7 de julio de 2011

continuacion unidad I - II parte

II PARTE(continuación unidad I)
A continuación presentamos una serie de bibliografias que podrian servirles de gran ayuda a la hora de estudiar filosofia:
BIBLIOGRAFIAS

NUMERO: (01) Esquema de la obra

El texto se divide en cinco “libros”, los tres primeros dedicados a la infancia de Emilio, el cuarto a su adolescencia, y el quinto a la educación de Sofía, la “mujer ideal” y futura esposa de Emilio, y a la vida doméstica y civil de éste. El Emilio se considera una referencia en varias disciplinas, entre ellas la Educación Física, ya que marcará el camino del método natural descrito posteriormente por Georges Hébert, ya que defiende que la actividad física debe realizarse en la naturaleza y el hombre debe vivir el mayor tiempo posible al aire libre.

Libro I (cero a dos años de edad)

En este libro Rousseau introduce sus ideas generales acerca del hombre y educación. Cubre específicamente el desarrollo humano temprano.
Muchas de la sugerencias de Rousseau son derivadas de autores anteriores. Por ejemplo, Rousseau acepta la propuesta de Locke acerca de “endurecer” al cuerpo de los niños contra los rigores del clima y otras necesidades corporales (hambre, sed, cansancio, etc). Y generalmente usa un lenguaje retórico que bordea en lo excesivo, buscando la frase lapidaria, fácil de recordar y que tendrá influencia: “Dejese que la madres se dignen a amamantar a sus hijos y la moral cambiara, sentimientos naturales serán provocados doquier y el estado se repoblara”.
Rousseau comienza su obra ofreciendo un resumen de su posición general: “Todo es bueno cuando deja las manos del Creador de Todo, todo degenera en las manos del hombre”. A partir de eso desarrolla su visión: el problema central de la educación es la contradicción entre el hombre natural y la necesidad social por altruismo o, por lo menos, el reconocimiento y aceptación de los derechos de otros: la “instituciones sociales son aquellas que mejor pueden desnaturalizar el hombre, transformar su existencia desde una existencia absoluta a fin de darle una (existencia) relativa y transportar el Ego a la unidad común”. En un lenguaje mas moderno, la contradicción entre una existencia que esta centrada en forma absoluta en el interés individual y una en la cual ese interés tiene un valor relativo a otros.
Consecuentemente -para Rousseau- toda sociedad tiene que elegir entre crear un buen ciudadano o un hombre.
El problema -para Rousseau- es que desnaturalizar al hombre es hacerlo perder algunas de esas características naturales que el mismo alaba en su “Contrato social”. Rousseau busca resolver esta aparente contradicción tratando de mostrar como es que “el hombre natural” puede vivir en sociedad, lo que requiere que ese hombre natural pierda o controle algunas de esas características naturales, específicamente, el egoísmo que lo impulsa a sacrificar todo interés ajeno en beneficio del propio.

Libro II (2 a 12 años)

Este libro es acerca de las primeras interacciones del infante con el mundo. Rousseau creía que en esta fase la educación debe basarse no tanto en libros sino en esas interacciones, con un énfasis en desarrollar los sentidos y la habilidad de inferir (informalmente) de observaciones. Un ejemplo -ofrecido por Rousseau- es el del padre que va con su hijo a jugar con volantines y le requiere que deduzca la posición del volantín mirando solo a su sombra. En el ejemplo, esa es una tarea que nunca antes se le había pedido, sin embargo el niño -dada experiencias anteriores- cumple satisfactoriamente.
Esa es una técnica que se puede ver como antecediendo el Método Montessori, de aprender a través de los juegos.

Libro III (12 a 15 años)

En esta edad lo central -para Rousseau- es el desarrollo físico del individuo. Lo que hace que sugiera que es el momento apropiado para seleccionar un oficio manual. Rousseau creía que todo ciudadano debe poseer uno, no tanto por motivos económicos sino sociales: el aprendizaje del mismo es la manera apropiada -en esta etapa del desarrollo- de socialización como ciudadano. Lo mismo se puede argüir -aun cuando Rousseau no lo remarca- acerca de la practica de deportes "colectivos".

Libro IV (15 a 20 años)

Una vez que los niños son físicamente fuertes y han aprendido a observar cuidadosamente el mundo, están listos para la última parte de su educación: los sentimientos” “Tenemos un ser activo y pensante. Solo nos queda, a fin de completar al hombre, hacer un ser amable y sentiente - es decir, perfeccionar la razón con el sentimiento”.
Rousseau creía que solo al llegar a la adolescencia somos capaces de comprender las emociones humanas complejas, especialmente, la simpatía. (Rousseau usa a través de este libro la palabra amor, en el sentido que tenía originalmente: interés en el bienestar de otros). Es en este punto que el joven puede finalmente ser introducido al mundo social y ser socializado completamente.6
Al mismo tiempo pueden ser introducidos a la religión. Rousseau creía que niños son incapaces de entender conceptos tales como alma y que, por lo tanto, enseñarles esas cosas antes de su adolescencia es peligroso. Dado que el niño será incapaz de comprender los conceptos religiosos complejos, no los creerán, aceptaran o seguirán, a pesar que los repitan: “Es un mal menor ser ignorante de Dios que ofenderlo”.7
Este libro contiene la famosa “Profesión de la fe del vicario Savoyano”, sección que llego a ser muy conocida, como consecuencia de que fue generalmente utilizada como excusa para la prohibición y quema de la obra, dado que puede ser interpretada como proponiendo una religión natural, sin recurso a la verdad revelada o la "necesaria guianza" de la iglesia, todo lo cual es contrario a la posiciones cristianas aceptadas. Sin embargo conviene mantener presente que en esa sección Rousseau -de la misma manera que ilustra otras propuestas en la obra- solo da un ejemplo de como la materia puede ser introducida en la educación y el tipo de argumentos que pueden ser usados, pero sin buscar avanzar una propuesta acerca de lo que se debe creer. En otras palabras -y en una manera que posteriormente se hizo común- busca sustentar el amor a los otros en un motivo que no se puede originar en el egoísmo natural de los humanos, por lo tanto, un motivo que requiere un agente externo, supra natural.

Libro V (Adultez, matrimonio, familia y educación de las mujeres)

En libro V Rousseau retoma problemas de la filosofía política general (incluyendo un resumen de El contrato social), buscando respuestas a problemas tales cuales debe ser la posición del ciudadano en relación a una sociedad corrupta. La respuesta general que Rousseau ofrece es que ese ciudadano (Emilio en particular) vive en el campo, donde los usos y costumbres son más estables y su misión será ejercer su naturaleza, es decir, ser justo, y fundar una familia (con Sofía).
El primer beso (notese que la muchacha se desmaya)
Antes de llegar a esa solución Emilio viaja y examina como otros viven, tanto como para comprender los usos y costumbres de otras personas como para ser capaz de elegir la forma más adecuada. Desde ese punto de vista, el encuentro -en la obra- con Sofía es tanto un encuentro romántico como la culminación del proyecto de educación del individuo. En ese punto el hombre llega a ser completamente parte de la sociedad, y pone en practica todo lo que ha aprendido, como ciudadano, marido y padre.
Esa posición no clarifica la relación entre Emilio (o cualquier ciudadano) y la voluntad general y/o formación política general. Rousseau refiere al lector a su Contrato Social.8
La posición de Rousseau -expuesta sumariamente- acerca de la educación de las mujeres marca el inicio de un largo debate que -se puede aducir- se ha prolongado incluso hasta el presente (ver feminismo). Por ejemplo Mary Wollstonecraft dedico una larga parte de su Vindicación de los derechos de la mujer a responder a Rousseau. El argumento central de Rousseau es el siguiente:
"En lo que tienen en común, son iguales. En lo que difieren, no son comparables. Una mujer perfecta y un hombre perfecto no debe parecerse entre sí mismos en la mente más que lo son en apariencia, la perfección no es susceptible de más o menos. En la unión de los sexos cada uno contribuye por igual al objetivo común, pero no de la misma manera. De esta diversidad surge la primera diferencia asignable en las relaciones morales de los dos sexos."9
Se ha aducido que aunque la apertura "en lo que ellos tienen en común, son iguales" ofrece una interesante posibilidad para las mujeres, Rousseau no la explora. Para él, las diferencias sexuales son mayores que las similitudes y el balance se inclinan en favor del hombre: la mujer debe ser "pasiva y débil", "pone poca resistencia" y son "hechas especialmente para complacer al hombre". Se ha aducido que, aun cuando aceptemos tales sugerencias como correctas, no nos dicen nada acerca del tema central de la obra: educación. Aun si aceptamos que hombres y mujeres no deben parecerse en la mente, la posición no establece cual debe ser la educación de las mujeres. En otros pasajes Rousseau sugiere que deben por lo menos conocer el libro mismo (después de todo, tienen por lo menos una parte importante en la educación de sus hijos) pero no lo establece específicamente como tampoco cuales serian las diferencias -si es que considera que deberían existir- entre la educación de ambos sexos.
En la otra mano -y para ser justos con Rousseau- la sugerencia que los padres en general y las madres en particular deben participar en la educación de sus hijos-en lugar de tutores o profesores privados, como era la costumbre- es en si misma revolucionaria.

NUMERO(02) Voluntad de verdad. Para leer a Zubiri
AUTOR/ES: Diego Gracia.
ISBN: 9788495840165
AÑO: 2007
EDICION: 2ª
IDIOMA: Castellano
ENCUADERNACIÓN: Edición en tapa dura
PÁGINAS: 268
PUNTOS CLAVE: 
La primera edición de este libro, en 1986, marcó un hito en los estudios sobre Zubiri. Concebido como una introducción a su pensamiento breve, ordenada y clara (aunque no artificialmente simple), supuso además el inicio de una línea interpretativa que se ha consolidado con el tiempo: la que sitúa como clave de bóveda de toda su filosofía la teoría de la inteligencia, expuesta por Zubiri durante los últimos años de su vida en la trilogía sobre la Inteligencia sentiente (1980-83). 

Cuando este libro fue escrito, la obra publicada por Zubiri constaba de cinco volúmenes. En el momento en el que se reedita, más de dos décadas después, consta de veintiuno. El desarrollo paralelo de los estudios sobre Zubiri demandaba la reedición del presente libro porque su influencia lo ha convertido en una referencia ineludible de la bibliografía zubiriana. 

Diego Gracia (Director de la Fundación Zubiri y sucesor de Laín Entralgo como catedrático de Historia de la Medicina en la Universidad Complutense) aportó con Voluntad de verdad. Para leer a Zubiri una ayuda a la iniciación a la lectura directa de los textos del filósofo que se ha convertido en clásica a la vez que sigue siendo útil y vigente.

Han pasado algo más de veinte años desde la primera edición de este
libro. Para algunas cosas, una eternidad. Para otras, casi nada. En los
estudios zubirianos sí han sucedido cosas muy importantes en estos cuatro
lustros. Tantas, que ellas explican el que el autor de este libro se haya
resistido hasta ahora al reclamo insistente de una segunda edición.
Ahora cedo, porque creo que los estudios zubirianos tienen hoy un
grado de madurez que permite ver las cosas en perspectiva y, por tanto,
situar también en su lugar esta obrita, entonces novedosa y hoy elemental.
He llegado al convencimiento, después de muchos años, de que por
ello mismo, por su simplicidad, puede seguir sirviendo de introducción
a la lectura de Zubiri, como reza el subtítulo. Tal es lo que ahora me
lleva a reeditarla.
Su texto fue escrito en el año 1985. Hacía casi tres años del fallecimiento
de Zubiri y faltaban algo más de tres para el asesinato de Ignacio
Ellacuría. Estos datos tienen su importancia. La muerte de Zubiri
produjo una cierta conmoción en el mundo cultural español, y fueron
muchas las instituciones, universitarias y no, que pedían exposiciones
claras de su pensamiento. No fui el único en atender esa demanda. Ignacio
Ellacuría fue otro. Hubo más, entre ellos, Antonio Pintor-Ramos,
Antonio Ferraz, Jesús Conill. Esto nos obligó a todos a perfilar nuestras
interpretaciones de Zubiri o, si se prefiere, a hacer nuestra propia lectura
de sus textos. He de advertir que los textos no eran muchos. Al fondo,
Naturaleza, Historia, Dios, publicado el año 1944. Y en primer plano,
dos obras: Sobre la esencia, aparecida en 1962, y la trilogía sobre Inteligencia
sentiente, que vio la luz en los últimos años de vida del filósofo,
entre 1980 y 1983. Sobre la esencia era una obra que pertenecía a lo
que suele entenderse por Metafísica, en tanto que la trilogía se ocupaba
más bien de problemas de Teoría del conocimiento. Zubiri se negó
siempre a conceder prioridad a ésta sobre aquélla, convencido de que
ambas disciplinas debían tenerse por congéneres. También se esforzó
por explicar que él no hacía, en el rigor de los términos, ni Metafísica ni
Teoría del conocimiento, al menos si estos términos se tomaban en su
sentido más clásico. Pero aun así, quedaba abierta la cuestión de si había
que poner en primer término en la interpretación de su pensamiento una
u otra obra.
El tiempo fue decantando dos tendencias. Una, cuyo principal
representante fue Ignacio Ellacuría, optó por ordenar el pensamiento
de Zubiri en torno a Sobre la esencia y los cursos adyacentes a esa
obra, en especial Estructura dinámica de la realidad. Para él, esos dos
textos conformaban una concepción de la realidad entera, capaz de
superar no sólo la usual en los manuales de escolástica sino también la
interpretación idealista de Hegel y la materialista de Marx. Estos dos
autores habían elaborado, uno de modo idealista, el otro en clave
materialista, concepciones enteras de la realidad, explicaciones de
todo lo existente. Ignacio Ellacuría pensó, creo que con razón, que era
posible superar ambas propuestas mediante la interpretación realista
de Zubiri. También aquí podía apelarse a la dialéctica: como Aufhebung
de la tesis hegeliana y de la antítesis marxiana, estaría la síntesis
zubiriana.
Esta opción de Ellacuría se hallaba respaldada por muy serios motivos.
Él estaba directamente implicado en la lucha ideológica y, en alguna
medida, también política, y se veía obligado a discutir tanto en uno como
en otro campo. En ese contexto se dio cuenta de las enormes virtualidades
del pensamiento de Zubiri. De este modo, hizo de él un gran metafísico,
autor de una teoría sobre la realidad con inmensas posibilidades de
aplicación en la vida práctica. No sólo eso, sino que Ellacuría se vio a sí
mismo con la misión de continuar y perfeccionar ese pensamiento, y
hacerlo precisamente en la línea señalada. Era necesario, pensaba él, ir
aún más allá de Zubiri y dotar a las unidades supraindividuales, la sociedad
y la historia, de realidad y, por tanto, de sustantividad. Sólo así podría
asumirse, transformada, la tesis marxista de la clase social como sujeto de
la historia. Es algo que la muerte no le dejó completar. Los resultados de
sus esfuerzos en tal sentido, aparecieron en el libro póstumo Filosofía de
la realidad histórica, publicado en el año 1991.
Confieso que durante la década de los años setenta yo compartí casi
sin restricción los puntos de vista de Ellacuría. Su enfoque me parecía
entonces el más adecuado en la interpretación de Zubiri. Tenía, además,
otra ventaja, el hacer posible el diálogo con filosofías y corrientes de
pensamiento muy vivas entonces, superando el viejo patrón de interpretar
a Zubiri desde categorías escolásticas o neoescolásticas. En la disyuntiva,
no había ninguna duda: el camino abierto por Ellacuría era el
más adecuado, el mejor.
Pero la publicación de la trilogía sobre la inteligencia hizo que
varios de los que entonces estudiábamos a Zubiri, entre otros Antonio
Pintor-Ramos y yo, fuéramos poco a poco modificando nuestros esquemas.
Nos pareció que el método noológico que Zubiri exponía en esos
volúmenes obligaba a repensar la mayoría de los conceptos de Sobre la
esencia. Más claramente: leyendo el tríptico sobre la inteligencia, llegamos
al convencimiento de que no habíamos entendido el libro sobre la
esencia; o mejor dicho, que lo habíamos interpretado mal, sacando conclusiones
que no eran correctas. Esto lo atribuimos en un primer
momento a nuestra propia incapacidad. Se trataba, simplemente, de que
no habíamos sido capaces de leer su contenido adecuadamente. Pero no
dejaba de ser significativo que ninguno de los que conocíamos hubiera
sido capaz de hacerlo. Lo cual nos llevó, en una segunda etapa, a pensar
que quizá en el propio pensamiento de Zubiri había una importante
evolución, y que no todo lo que se decía en la obra de los años ochenta
concordaba completamente con lo dicho en el año 1962. Era preciso,
por tanto, optar por uno de los dos libros: interpretar a Zubiri desde la
trilogía de la inteligencia o desde su teoría metafísica, tal como se hallaba
expuesta en Sobre la esencia. Si bien no está dicho en parte alguna
que lo mejor de un creador cualquiera, y tampoco de un filósofo, sea lo
último en el tiempo, pensábamos que en este caso concreto la opción no
ofrecía duda. Era necesario situar como clave de bóveda de todo el pensamiento
de Zubiri su noología, y a partir de ahí ordenar los demás
materiales. Eso es lo que yo intenté hacer en este pequeño libro. Fue una
opción atrevida y que no dejó de acarrearme complicaciones. Ignacio
Ellacuría, a quien pasé el texto antes de que se publicara, no lo recibió
con agrado. Le pareció que esta lectura era excesivamente académica y
descomprometida, propia del ejercicio rococó usual en los ámbitos universitarios
europeos, pero falta de contacto con la realidad práctica que él vivía diariamente en su trabajo en El Salvador. En otras palabras, la
vio como una lectura poco «realista». Lo cual, tratándose de un pensador
como Zubiri, todo realismo, era poco menos que una herejía.
Yo no pude nunca verlo así. Me pareció que el mejor servicio que
podíamos prestar a Zubiri y a la verdad, era extremar el rigor y la coherencia
en el análisis de sus textos y la exposición de su pensamiento.
Hoy contamos con la excelente biografía general de Jordi Corominas y
Joan Albert Vicens, Soledad sonora, pero aún está por hacer una buena
biografía intelectual de Zubiri. Cuando ésta vea la luz, tendrá que explicar
lo que Zubiri llamaba sus «nudos» intelectuales. No hay duda de que
Zubiri encontró dificultades intelectuales en la elaboración de su pensamiento,
y que ellas le obligaron a ir modificando posiciones, a veces en
puntos fundamentales. Algunos de esos nudos se advierten con toda claridad
mediante la simple lectura de Sobre la esencia. Y la trilogía no hay
duda de que surge precisamente como exigencia de la propia evolución
interna del pensamiento de Zubiri. Quiero decir que con ella intenta dar
respuesta a varios de esos nudos, quizá a los más importantes.
Antonio Pintor-Ramos ha escrito en el año 2006 un libro titulado,
precisamente, Nudos en la filosofía de Zubiri. En el prólogo se encarga
de explicar el porqué de ese título, que para él es consustancial a cualquier
pensamiento filosófico auténticamente vivo y creador. Pero no es
eso lo que quiero destacar ahora, sino el contenido del último de sus
capítulos, titulado «La frustrada recepción de la metafísica zubiriana».
Se refiere a la recepción de Sobre la esencia. En él se ve claramente que
los nudos no los teníamos sólo los lectores del libro sino también su
autor. Es claro que unos y otros no coincidían. Nuestros nudos interpretativos
no eran precisamente los de Zubiri. Sólo tras la lectura de la trilogía
hemos sido capaces de entender no sólo los nudos, también la
estructura, el contenido y el mensaje de aquel libro.
Pues bien, eso es lo que yo quise exponer en mi libro. Desatados
algunos de los nudos, conseguidas claves de lectura que me parecían y
me siguen pareciendo fundamentales, armados los elementos básicos de
la trama de su pensamiento, me pareció necesario exponerlo de modo
breve, sencillo y básico. De ahí el subtítulo: «Para leer a Zubiri». No se
si conseguí mi propósito. Recuerdo que un antiguo profesor mío de historia
de la filosofía leyó el libro, o al menos eso me dijo, y comentó:
«Para explicar un libro difícil has escrito otro aún más difícil». Confieso que me dejó atónito. Nunca he entendido que las cuestiones de pensamiento, y más en concreto las obras de filosofía, se midan por su dificultad.
No es un criterio a tener en cuenta. Las cosas son como son y así
hay que tomarlas. Lo demás son puras mistificaciones. Yo quise ayudar
al lector que se introduce en la obra de Zubiri; más aún, concebí mi libro
no como una alternativa a esa lectura, que juzgaba y juzgo imprescindible,
sino como una mera ayuda. Por eso me esforcé en hacerlo breve,
ordenado y, a ser posible, claro. Pero claro no es sinónimo de sencillo,
ni difícil de oscuro. Mi libro, creo que como la propia prosa de Zubiri,
intentó ser claro, no simple o, al menos, no artificialmente simple.
Su repercusión en el panorama de los estudios zubirianos ha sido
grande, desde luego mayor de lo que yo pude pensar al escribirlo. Y ello
por una razón que el lector comprenderá sin dificultad a estas alturas del
relato. Proponía una lectura de la obra de Zubiri, una entre las varias
posibles, y, desde luego, una entre las que se han intentado. Recordaré
dos de estas últimas: una, la escolástica; otra, la que quizá, siguiendo a
Antonio González, cabe denominar praxeológica. Ambas están vigentes
y tienen sus adeptos. Pero no creo faltar a la verdad si digo que, hoy por
hoy, la lectura más consolidada es la que representa este libro, y a la que
han contribuido de modo decisivo otros autores, en especial Antonio
Pintor-Ramos.
Dicho esto, es lógico hacerse la pregunta de por qué me he negado
siempre a su reimpresión. Y la respuesta no puede ser otra que porque
los años no pasan en balde. Los libros, como las personas, envejecen. Y
algunos, muy rápidamente. Tal es lo que me ha pasado a mí con éste.
Poco a poco, me he ido distanciando de él. ¿Por qué? Porque durante
todo ese tiempo la documentación disponible ha crecido exponencialmente.
Hube de hacer el libro prácticamente con sólo dos textos fundamentales,
Sobre la esencia e Inteligencia sentiente. De entonces acá han
ido publicándose obras nuevas de Zubiri, hasta constituir un corpus que
en la actualidad consta de veintiún volúmenes. ¿Tiene sentido seguir
hablando de Zubiri como si todo eso no se hubiera publicado? Evidentemente,
no. De ahí mi propósito, al que aún no renuncio, de escribir una
obra nueva. Pero el propio intento de hacerlo me ha demostrado que ésta
habrá de ser, por necesidad, mucho más compleja. Y he venido a concluir,
al cabo de los años, que la simplicidad de esta primera puede
resultar útil como introducción y guía de lectura. Ésa es la razón de que la publique de nuevo. No sin advertir al posible lector de que se trata
sólo de una ayuda a lo que resulta por completo indispensable, y es la
lectura directa de los textos. No debe nadie olvidar que la filosofía, al
menos tal como Zubiri la concibe, es labor personal, que ha de llevar a
cabo uno mismo. No es posible hacer filosofía sin empeñar en ello la
propia vida. Lo cual hace inteligible por qué conlleva siempre, cuando
se toma en serio, una auténtica transformación personal. Algo que se
halla a mil leguas de cualquier tipo de erudición o diletantismo.

Madrid, 1 de agosto de 2007
Diego Gracia

NUMERO(03) PROBLEMAS DE FILOSOFÍA. Segunda edición
AUTOR/ES: Martin Cohen , Angel Rivero Rodríguez y Borja García Bercero
ISBN: 9788420668451
AÑO: 2008
EDICION: 2ª
IDIOMA: Castellano
ENCUADERNACIÓN: Rústica Fresado
PÁGINAS: 360
DIMENSIONES: 11 x 17,5 cm.
PESO: 261
DIRIGIDO A: 
General
PUNTOS CLAVE: 
Escrito y concebido en un tono desenfadado, 101 PROBLEMAS DE FILOSOFÍA es una original introducción a este dominio del pensamiento. Destinado tanto al aficionado a la filosofía como a aquellos que no tienen conocimiento previo de ella, la primera parte del libro presenta los problemas filosóficos en forma de «ficciones narrativas» que animan a pensar y debatir, mientras que la segunda contiene comentarios a los mismos y un glosario que amplía la información sobre los conceptos y pensadores más importantes. MARTIN COHEN retoma la aspiración original de la filosofía como actividad, como capacidad que hay que desarrollar, ya que, como apuntara en su día Bertrand Russell, son los interrogantes que plantea la filosofía los que amplían nuestra concepción de lo posible y enriquecen nuestra imaginación intelectual. Esta NUEVA EDICIÓN revisada por el autor incorpora problemas que inciden en nuevos campos y actualiza, consecuentemente, los comentarios y el glosario que ayudan a afrontar sus posibles soluciones.

NUMERO(04) (SIMPLES) CUENTOS FILOSÓFICOS

AUTOR/ES: Roberto Casati , Achille Varzi y Josefa Linares de la Puerta
ISBN: 9788420661544
AÑO: 2007
EDICION: 1ª
IDIOMA: Castellano
ENCUADERNACIÓN: Rústica Fresado
PÁGINAS: 240
DIMENSIONES: 11 x 17,5 cm.
PUNTOS CLAVE: 
Publicados muchos de ellos en el diario La Stampa de Turín, 39 (SIMPLES) CUENTOS FILOSÓFICOS es un ameno y original recorrido por la filosofía y muchos de sus principales dominios y problemas. A través de diversas situaciones posiblemente corrientes y diferentes personajes, ROBERTO CASATI y ACHILLE VARZI nos descubren una forma diferente, divertida y apasionante de hacer filosofía y ponen de relieve el que acaso sea su principal rasgo distintivo: el desafío al pensamiento. «No podemos garantizar la veracidad de las historias que vienen a continuación –dicen los autores–. No obstante, y dado que podrían ser verdaderas, invitamos al lector a reflexionar sobre el sentido de tal posibilidad. En caso de que llegara a la conclusión de que no es así o de que alguna, además de carecer del don de la Veracidad carece también del don de la Posibilidad, estaríamos dispuestos a retractarnos.» Un comienzo estimulante para un libro único. En esta misma colección: «101 problemas de filosofía» (H 4444) y «101 dilemas de ética» (H 4459), de Martin Cohen, y «Los cien táleros de Kant: La filosofía a través de los ejemplos de los filósofos» (H 4466), de Pietro Emanuele.

NUMERO(05) 5.000 años A. de C. y OTRAS FANTASÍAS FILOSÓFICAS. Enigmas y paradojas, adivinanzas y razonamientos

AUTOR/ES: Raymond Smullyan
ISBN: 9788437608730
AÑO: 1993
EDICION: 1ª
IDIOMA: Castellano
ENCUADERNACIÓN: Tapa blanda
PÁGINAS: 202
DIMENSIONES: 11 x 18 cm.
PUNTOS CLAVE: 
Una historia de la filosofía narrada por el Lewis Carroll del siglo XX en doscientas páginas de relatos y pasatiempos del género de la fantaficción filosófia. Es un libro de entretenimiento y de meditación, que no pretende sustituir a ningún libro de texto de historia de la filosofía pero es el mejor complemento para cualquiera de esos libros en la enseñanza y el aprendizaje de la filosofía.

NUMERO(06) 22 MANERAS DE CAERSE BIEN. Actitudes para disfrutar de la vida

AUTOR/ES: José Pedro Manglano
ISBN: 9788408070917
AÑO: 2007
EDICION: 1ª
IDIOMA: Castellano
ENCUADERNACIÓN: Rústica con solapas
PÁGINAS: 300
DIMENSIONES: 15 x 23 cm.


PUNTOS CLAVE: 
Publicados muchos de ellos en el diario La Stampa de Turín, 39 (SIMPLES) CUENTOS FILOSÓFICOS es un ameno y original recorrido por la filosofía y muchos de sus principales dominios y problemas. A través de diversas situaciones posiblemente corrientes y diferentes personajes, ROBERTO CASATI y ACHILLE VARZI nos descubren una forma diferente, divertida y apasionante de hacer filosofía y ponen de relieve el que acaso sea su principal rasgo distintivo: el desafío al pensamiento. «No podemos garantizar la veracidad de las historias que vienen a continuación –dicen los autores–. No obstante, y dado que podrían ser verdaderas, invitamos al lector a reflexionar sobre el sentido de tal posibilidad. En caso de que llegara a la conclusión de que no es así o de que alguna, además de carecer del don de la Veracidad carece también del don de la Posibilidad, estaríamos dispuestos a retractarnos.» Un comienzo estimulante para un libro único. En esta misma colección: «101 problemas de filosofía» (H 4444) y «101 dilemas de ética» (H 4459), de Martin Cohen, y «Los cien táleros de Kant: La filosofía a través de los ejemplos de los filósofos» (H 4466), de Pietro Emanuele.

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